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jueves, 23 de febrero de 2017

Zurich Maratón Sevilla 2017: mi crónica


La mejor carrera de mi vida:


 

Son las 5:45 de la mañana y suena la alarma para ponerse en pie y comprobar si el trabajo hecho estos 4 últimos meses ha sido suficiente para afrontar la distancia de 42kms. Me he pasado casi la noche en vela, de los nervios que tenía por enfrentarme de nuevo a esta prueba. La primera vez, siempre está uno nervioso, pero yo digo, que la segunda lo estás más, porque ya sabes a lo que te enfrentas, y recuerdas lo duro que fue y lo que se llega a sufrir en los últimos kms. Me dirijo hacia el estadio de la Cartuja con Laura, Alberto y Juanka, para esperar a que comience todo. Alberto hará su primera maratón, y la afronta con ambición, su objetivo es hacer 3h 30, y vaya si lo consiguió. Con la ayuda de Laura, que le esperará a partir del km 30 para llevarle volando hasta su objetivo. Y Juanca, se había brindado a esperarme en el km 25, con un objetivo menos ambicioso para mí, bajar de las 4h 9’ o por lo menos, acabar la maratón y no rendirme. Como ya había comentado, trabajando a turnos de mañana, tarde y noche, y turnos variados cada semana, sería un suicidio querer optar a algo más exigente.
 En la quedada previa, conociendo a Isaac 


Alberto y yo estamos nerviosísimos, pues somos los que haremos 42 kms, jejeje yo tengo un nudo en el estómago, que parece que mis tripas estén bailando una juerga gitana. Casi sin darnos cuenta, se acerca el momento de dirigirse a la salida. Cada uno ocupa su cajón de salida. Ahí llega la soledad del corredor, donde uno se enfrenta a sí mismo. En realidad, en las carreras no suelo salir con nadie desde la salida, me gusta ir a mi rollo. No me puedo creer que vaya a hacer semejante carrera. Ante todo le tengo mucho respeto. Creo que no se puede ir confiado en una maratón, en el último momento se puede ir al traste y no la acabas. Mi único objetivo es acabarla, con calma, y disfrutarla todo lo que pueda. He venido a por mi medalla de finisher!!
Medalla finisher, no me podía ir sin ella

Correr una carrera de 14000 es… flipante!!! Sobretodo a la hora de la salida, cuando ves la cantidad de gente a tu alrededor, una lluvia de colores. En los primeros metros ya me emociono, de estar formando parte de dicho evento. Voy chequeando el garmin en los primeros kms, y pensando que mi familia me estará siguiendo por la app que hay para saber por el punto que voy. Cada km que paso, pienso que les estoy mandando una señal y que estarán expectantes en saber si llego o no, como voy. Cuando paso delante de una cámara, intento saludar, por si me están viendo jejeje Me percato de algo, hace bastante frío para mí. Acostumbrado al clima de las Canarias, es demasiado frío para mí. Mi preocupación es pasar tanto frío como en mi primera maratón, que del frío tuve que parar a orinar. Parece que esta vez va a pasar lo mismo, porque no tiene pinta de calentar. Los primeros kms voy con un chubasquero. En el km 5, por al Torre del Oro me esperan María y Lola, que están ahí para sacarnos fotos. Así que aprovecho antes para rasgarme el chubasquero, porque no es cómodo correr con él, y tampoco muy bien para la foto. Ya que   junto a los contenedores de basura, me aparto para buscar el de plástico, y lo deposito en él. Un corredor, que venía detrás, me levanta el pulgar y me dice que muy bien por el detalle. Hubiera sido de sin vergüenza tirar al suelo teniendo un contenedor justo al lado.
Pasando por el km 5, sonriendo a cámara

 
Los kms van pasando con tranquilidad. Voy a buen ritmo, entre 5’10 y 5’20 como tenía previsto. No quiero ir más rápido porque lo pagaría caro en los últimos kms. Y uno nunca sabe cuanto calibrar las fuerzas en esta distancia. Puedes llevarte una sorpresa cuando menos lo esperas.

En los últimos entrenos, en las tiradas más largas, había sufrido de calambres. Y esa es mi principal preocupación. No tener calambres que me impidan llegar a la meta. Así que para engañar a la meta, intento plantearme objetivos a corto plazo. Primero llegar a los 10 kms. Los alcanzo bien, en buen ritmo. Chequeo que todo va bien en las piernas, pero sigo sintiendo frío. Las piernas no entran en calor. En el km 12 me tomo el primer gel para recuperar. Me encaro hacia el próximo objetivo, el km 21. También llego bien, y de ahí toca alcanzar a uno de los objetivos importantes de la carrera. Juanca se había ofrecido a acompañarme desde el 25. Se que no ha sido fácil para el hacer distancia en los últimos meses, por lesiones. Y para mí supone también una responsabilidad el hecho de que me acompañe. Me pongo a pensar.. y si no acabo la carrera? Y si me pasa algo y no consigo llegar? Vaya faena… después del curro que se ha pegado… Así que mi objetivo es al menos llegar al km 25 donde está el, para que vea que lo he intentado! En el km24 me tomo el segundo gel, y me hace llegar fresco a donde el me espera. A partir de ahí, ya noto que el ritmo está más cerca de 5’20. Ya las fuerzas no son las mismas, y las piernas que siguen frías por el tiempo que hace, es como si los músculos estuvieran rígidos. Y me da la sensación de que un movimiento en falso podría hacer que tuviera una caída o que me diese un calambre. Intento moverme con la mayor ligereza y suavidad que puedo, pese a que los kms van en aumento.
 

Ya con Juanca, en Plaza España
Disfrutando el momento
Encuentro a Juanca, me pregunta como voy, le digo que bien, y me dice que mientras no le diga lo contrario, que mantendrá el ritmo. (Gracias por tirar de mí! La verdad que si hubiese ido sólo creo que no habría sido tan fuerte).

Pasamos por el km 30. Eso ya es todo un logro. Se dice que en la maratón hay que llegar al 30 lo más fresco posible, y que ahí es donde empieza la verdadera maratón. Bueno, yo no se si decir que iba fresco. Pero intento más que en ningún momento, mantener la mente fría. Centrarme en cada paso. Para distraer mi mente, durante la carrera había ido chocando palmaditas de niños que estiraban sus brazos para chocar la palma a los corredores. Su cara de fascinación, como si estuvieran viendo a un super-héroe no tenía precio! Y hemos venido a jugar, así que a partir del km 30 más que nunca, insisto en chocar las palmas a los niños, para alimentarme de ese buen rollo. El ambiente de carrera es buenísimo. Sevilla se vuelca por completo en la carrera, y tienen un arte que no se puede aguantar. Nunca, pero nunca, he corrido una carrera en la que el público anime tanto. Sólo por eso, ya merece la pena correr esta maratón. Frases como: ole que cuerpos tenéis!! Muy bien campeones,…. Vamos cooooño, que ya lo tenéis!!! Se sucedían una tras otra. Los aplausos y ánimos me daban tal subidón que incluso sin quererlo podían hacer que aumentase mi ritmo. Cierto que cada vez era más difícil. Llega el km del muro. El 35. Recuerdo perfectamente ese km, apreté fuerte mis puños, y dije, biennn lo estoy pasando!! Aunque muy ignorante de lo que me esperaba.
Juanca me dice que vamos a entrar en el parque de Maria Luisa, pero no veo la entrada por ninguna parte. No quiero agobiarme, e intento mantener la calma sin ser impaciente. Cada vez que había un avituallamiento, Juanca se acercaba y me lo traía. Yo le decía, plátano e isotónica!!! Menudo empache… pero en los últimos kms mi miedo a los calambres era tal, que no quería arriesgarme a que me faltase de nada.  La atmósfera se está haciendo dura. Mis piernas ya están como columnas, pasamos por el parque de Maria Luisa, voy ya muy asustado. Parece que lo que no quería se está acercando. A mi alrededor empiezo a ver muchos corredores que van caminando… empieza la fase como decimos los maratonianos de “walking dead”. El suelo es una alfombra de vasos, esponjas… y vigilo de no resbalar o tropezar con nada. De repente entramos en plaza España, que hay un ambientazo brutal. En mi mp3 suena “Sweet child o’ mine” de los Guns n Roses, y recuerdo que he venido a disfrutar. Alzo la mirada, y me pongo a observar la plaza, la gente, los ánimos que nos dan, lo bonita que es la plaza,… en ese momento parece que se detenga el tiempo. Me pareció un momento mágico. Al final de la plaza están de nuevo María y Lola para sacarnos más fotos, y se ha añadido Sagrario, que manera de animar!!!! Eso es otra inyección de adrenalina. Aunque pocos metros después ya se acerca lo inevitable. Los cuádriceps me han dado ya un par de avisos y me tengo que parar, de lo contrario acabaré cayendo. Juanca me anima, me tranquiliza. Camino unos pasos y retomo el trote… Empieza el calvario. Llegamos al km 38 y las piernas me dan otro aviso. No puedo más. En ningún momento pienso en abandonar. No me quiero ir sin mi medalla. Pero me preocupan las piernas, me asusta que vaya a peor. Juanca me sigue animando, me dice que paremos cuando sea necesario, y le pide réflex a uno de los voluntarios. Tras ponérmelo, las piernas parecen entrar en calor y me da una tregua. Consigo seguir trotando.
Luchando por los últimos kms

Pasamos junto a la Catedral. Las calles están hasta la bandera y el ambiente es inmejorable. Mis ritmos han bajado mucho y ya sólo se trata de llegar. Recuerdo a Juanca delante de mí, y yo deteniéndome como un niño chico que no quiere ir al cole. Ya en en algunos momentos se me cae alguna lágrima, me duele todo, pero quiero llegar, pero tengo calambres,… es una lucha, conmigo mismo. Hay momentos que ya no me sale ni la voz, para poder avisarle de que pare, pero por suerte, él está pendiente y se gira a menudo y ve que me he parado. En el km 39 el dolor en la pierna es muy fuerte. No quiero sentarme por miedo a no poder levantarme luego. La gente que está animando, leen mi nombre en mi dorsal y me llaman: venga Fran, ánimo, que ya te queda poco, que lo tienes ahí!! Vuelvo a emocionarme. Esos ánimos desinteresados, de gente que no conozco me dan fuerzas para seguir. De verdad, es increíble, y la gente no sabe cuanto gusta recibir ánimos en una carrera tan dura. Arranco de nuevo, ya nos encaminamos hacia el puente. No me planteo cuanto queda, simplemente se que ya llegamos. Miro el reloj y ya estoy en el km 40. Me digo a mí mismo, que ya está hecho. Pero falta acabarlo. En el km 41 se pone a llover. Juanca me dice que apreté que si no, nos vamos a mojar. Yo se que a esas alturas ya va a ser imposible apretar, así que elijo mojarme. Y…. otra vez parón… ya no se cuantas veces me he parado, pero necesito más réflex. Aunque esté a punto de entrar al estadio de la Cartuja. Y más plátano también!!! Se empieza a ver mucha gente a la entrada del estadio, veo a Alberto y Laura entre el público, Laura animándome estira su brazo para chocarme la mano. Subidón!!!! La choco con energía. Esto ya está aquí, toca disfrutar de la vuelta gloriosa al estadio.

Juanca me pregunta por el tiempo que llevo, miro el reloj: 3 h 58 min. Cuando se lo digo, me dice,… muy bien!! Menos de 4 horas, intentamos a muerte para conseguir el sub 4 horas??? Le digo que vale, pero a lo bajini… no muy convencido. Veo que el suelo está en mal estado, y si le añado que mis piernas están acabadas, tengo todas las papeletas para besar el suelo de forma involuntaria. Intento sprintar de la mejor manera que puedo. Y llega el momento que más grabado se me ha quedado en la mente de esta gran carrera. La pierna izquierda me pega un calambrazo, y el isquio izquierdo se me encoje, de tal modo que hace que se me encoja la pierna izquierda y que casi me hace caer. Yo siento como si me hubiesen pegado un tiro antes de llegar a meta. No me lo puedo creer. No puedo creer que me esté dando ese fatídico dolor a tan pocos metros de meta. Si me hubiera pasado antes igual no le doy tanta importancia. Veo la meta, pero casi no me puedo mover. Juanca reacciona a tiempo y me coge para que no me caiga. Siento rabia, dolor, y de reojo, empiezo a ver a la gente de la grada que se están levantando de la grada y me empiezan a gritar: Vamos campeón!!! No pares!!! Tú puedes, ya has llegado, sigue adelante!!! Alzo la mirada y les veo y me doy cuenta que me lo están diciendo a mí. (Parecía que estaba en una película!!). Juanca me dice, venga… ya llegas como sea!! Intento enderezarme, encaro ya la recta y me dirijo a meta. En esos últimos metros veo más gente que me grita animándome, porque habían visto lo que me había pasado. Es como si hubieran sido complices de una injusticia,… y que no fuese justo que no acabase la carrera a tan solo pocos metros de la meta. Veo el tiempo en el arco de meta y pienso que ya no ha podido ser bajar de 4 horas. Entro en meta estallando en un llanto, por haber acabado, agradecido de haber llegado al final, y de que se acabe todo el sufrimiento. Ya han terminado los sufrimientos por los entrenos, los nervios por la carrera, los miedos a que me duela algo… en milésimas de segundo, eso pasa ya a ser historia. Ya he completado mi segunda maratón. Me acerco a Juanca y le doy un abrazo, agradeciéndole por todo lo que ha hecho y siendo consciente de que sin él no hubiera sido posible.
Entrando en meta, mi cara lo dice todo...
 
Me dan mi medalla de finisher, mi plástico para cubrirme. Y mi móvil empieza a sonar con un montón de wasaps de mi familia, felicitándome, diciendo que me han seguido toda la carrera. Me mandan el pantallazo para que vea el tiempo, y sorpresa: 3 horas 59 minutos 48 segundos. Rompo a llorar de nuevo. Estoy en una nube. No me creo que haya conseguido tal azaña. Mi mente hace un feedback de toda la carrera, y soy consciente de que ha sido la carrera en la que más he corrido con la cabeza, manteniendo mi mente en todo momento fría, y sin cometer locuras.
Con mi medalla finisher
Ha sido una gran carrera, un gran evento, y desde luego le queda a uno un buen sabor de boca, y con ganas de repetir. Tan sólo por volver a vivir esos segundos al acabar en meta, ya merece la pena ponerse en la línea de salida. He mejorado en 10 minutos la marca que hice en mi primera maratón y además he hecho menos de 4 horas como quería. Y además acabando con un amigo, no se puede pedir más!!

En esta crónica, creo que cabe destacar el apoyo y ayuda que he recibido y no quiero pasarlo por alto, porque forma parte de la carrera.

A ti Juanca, por la ayuda incondicional, por los consejos recibidos, por haber tirado de mí en los kms más duros,  y por hacer que haya sido todo posible.

A la familia de Juanca, por el trato recibido. Desde el primero al último, habéis hecho que me sienta arropado, y me habéis tratado mejor que si estuviera en brazos.

A mi familia también por el apoyo que me han dado, estando pendientes de mí, y porque la família siempre es la familia.

A la gente de Sevilla, porque es increíble como participan y se vuelcan en la carrera, gente que no me conocían de nada, y me animaron como si fuesen familiares míos.

Y a todos los amigos, compañeros y demás personas que sabéis, que habéis estado estos últimos meses aguantándome con mis entrenos, animándome en el plan de entrenamiento y deseándome lo mejor para la carrera.

Hoy, me duelen los cuádriceps, el isquio izquierdo, las uñas de mi pie derecho son en todos los tonos entre violeta y negro, y camino como chiquito de la calzada. Tardaré unos días en volver a la normalidad, pero os diré una cosa… QUIERO MAS!!!

This is Marathon!!!

6 comentarios:

  1. Un tremendo placer acompañarte y ser testigo del logro de tu objetivo, aunque no has tocado techo, jeje aún tendremos oportunidad de mejorarlo ambos, pues mi gusanillo me dice que yo también quiero más.
    Muchas felicidades Fran, ahora a descansar y a disfrutar esa medalla.Un abrazo

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  2. Felicidades Fran!!!... Grandísima carrera y crónica acompañado de un supercrack como Juan Carlos

    Un fuerte abrazo

    Pancho

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  3. Una crónica que firmaría yo, muchas sensaciones vividas en esa carrera , gracias a dios a mi me respetaron los calambres, puedo decir que son mías. también. Felicidades y ya sabes NO hay DOS sin TRES . Juanmi

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  4. Fran esta crónica me trae muchos recuerdos y me ha emocionado. Es increíble como esos ánimos anónimos son capaces de darnos un metro mas de energía.

    Felicidades por ese sub 4, que te has trabajado duramente.

    Un fuerte abrazo

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  5. Reto superado¡¡¡, Felicidades Fran¡¡¡, todo es ponerse e ir sorteando las dificultades y los dias complicados para llegar a ese final soñado.
    Un abrazo¡¡¡.

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